14.12.07

FUI POR UNA CAMISA Y TERMINÉ SIN CORDONES


Gracias al señor (mi tío Carlos), trabajo los fines de semana en la distinguidísima Taberna El Perreo, ubicada en el centro de Bogotá. Ya me suponía que las ventas estarían buenísimas el viernes pasado, así que llegué muy puntual (faltando 10 min.). Estaba entusiasmado porque cortar limones y naranjas es lo más divertido que hago últimamente, a pesar de que ocasionalmente me corte los dedos. “Muévase, atienda rápido, limpie bien, no reciba visitas, ¿dónde está mi picada?, este muchacho está todo perdido, está quemado”.

Estaba yo volando aquel viernes, en menos de una hora ya había hecho cuatro mandados (en dos de ellos tuve que ir donde mi explotador patrón y su grotesca asistente, en otro mandado tuve que cambiar billetes por monedas –no es tan fácil como uno se lo supone-), me había encargado de surtir la nevera y había empezado a cortar las frutas cuando fui enviado a comprar una camisa para la nueva mesera que para variar bien podría hacer chorrear la baba, no como las profesionales del servicio (de las mesas). No hice preguntas y me dirigí a donde fui enviado, cerca de las putas, con $50.000 (el billete de mayor denominación). Cualquiera podría creer que me entusiasmé en aquel sector y por eso no volví al Perreo y tampoco volví a ver la plata. Como las camisas costaban casi el doble de lo presupuestado, me dirigí a trote veloz hacia el sector de San Victorino, donde por puro morbo compraría una camisa talla M en vez de L.

Pasaron dos tipos corriendo y enseguida los chúcaros (auxiliares bachilleres de la policía) me cogieron dizque por rata (ladrón), así que cuando metieron las manos en mis bolsillos encontraron su regalito para la noche de las velitas (aquellos cincuenta mil) y no importó que dijera que trabajo en El Perreo ni que referí el número de teléfono, menos importó eso en el CAI (Comando de Atención Inmediata de la Policía Nacional de Colombia) donde los tombos (policías) decían: “La ratica nos va a tramar de que trabaja”, y me metieron en una minicelda con diez tipos más.

Al rato nos subieron al camión y unos tipos me preguntaban que cuánta plata tenía para ‘abrirnos’ (salir), puesto que hasta tenía ‘cara de secuestrable’ y que al tombo se le nota que le gusta más la plata que la comida. También me dijeron que me iban a judicializar y que uno de ellos ya estuvo en La Modelo (una cárcel de Bogotá).

Luego de un paseo en camión, llegamos a la estación del Guavio y nos metieron en un calabozo oscuro y con ducha incorporada (vaya yo a saber de dónde caía tanta agua). Nos instalamos en el fondo y con hojas de la libreta de apuntes de ‘la ratica’ (o sea yo) armaron unos vareticos (cigarrillos de marihuana) y como yo me la paso aguantando hambre y débil, quedé muy trabado. Al ratico llegó el ‘güimpi’ (civil encargado de comprar comida para los retenidos) y mandaron por un pollito y gaseosa; comí una presa, una papa y pan con gaseosa y otra vez pal camión. En el camión me hablaban de ‘parar el brinco’, ‘la autopsia’ y un poco de pendejadas que no recuerdo bien, hablaban de modelos de celulares con cámara, bluetooth, parlantes y yo no sé qué, se envalarían por un no sé qué, “ahorita recuperamos la platica, ¡uy!, ahí está la clientela”, “¿viene con nosotros?” yo respondí que sí, sí, sí, eso parece fácil (en medio de la traba tan asquerosa).

Siguieron horas de paseo por la avenida circunvalar, la estación tercera, la Plaza de Bolívar, el septimazo, Las Aguas, San Diego, La Perseverancia. En la Perse la gente cerró una calle con una llanta en llamas y le enviaron un volador (peligroso artefacto hecho con pólvora) a uno de los tombos que casi le roza las patas. De la Perse no levantaron a nadie pal’ camión y eso que había dos de esas patrullas que parecen minibuses y no sé cuantas motos además del camión.

Más vueltas que pal’ Guavio, etc. Ya por el Parque Nacional soltaron al primero

-Mi cabo, mi cabo, le doy veinte

-Muéstrelos. Nombre (luego de recibir el dinero)

-Bla bla bla

-Salga (luego de tachar el nombre en la lista)

El tombo se hizo casi doscientos mil en un ratico.

-Cabo, cuatro por cuarenta, decían mis compañeros de parranda

-¿Qué creyeron? Eso no alcanza

Al final salieron tres por cincuenta y cinco en la calle treinta y dos con carrera trece, con el propósito de recuperar esa platica, mientras me entristecí, por la pérdida del nuevo puesto de ‘trabajo’ (otro desafortunado efecto de la traba). Resignado me acosté a dormir en el camión y desperté con un costado meado.

Más paseos, sin mucho que destacar a excepción de la severa paliza que le propinó el tombo a un man que no sé por qué putas subió al camión. Le cascó tanto que lo soltó en la Pésima con diecisiete aduciendo que estamos en navidad.

-Señor agente, déjeme salir que estamos en navidá, usté dijo

-¿QUIÉN FUE EL HIJUEPUTA QUE DIJO ESO?

-Nadie, respondimos algunos

A las tres y media a.m. llegamos por fin a la ya por todos anhelada UPJ (dizque Unidad Permanente de Justicia). Nos requisaron y luego entramos a un espacio amplio lleno de bancas metálicas y dormí aunque estaba mojado y con frío.

Al otro día unos muchachos que estaban porque según ellos iban a un toque (concierto) en el Jorge Eliécer (Teatro Municipal Jorge Eliécer Gaitán) y les echaron la culpa de tirarse (dañar) unas cosas que valen como cien mil y que no fueron ellos, me compartieron algo de pan y de los almuerzos que les llevaron (allá la comida la requisan como si se tratara de trapos viejos). Les dije que me cogieron por madrear un hijueputa chúcaro (aunque no les dije por qué lo madrié). En horas de la tarde me puse a escribir algo titulado ‘Si Te Dijese Sí ¿No Me Dirías No?’(1) y los gomelos dijeron: ‘bitácora del capitán’ en tono de burla, y preferí comer callado.

A las cinco de la tarde me dieron salida y me fui hasta El Perreo por una camiseta limpia, a lavarme un poco y comer uno de los dos chocoramos que había dejado (el otro desapareció inexplicablemente). Mi tío estaba guardándome $50.000 con los que repuse lo que me robaron los chúcaros. Cuando llegué al lugar en que vive mi papito, este me vació (regañó) por güevón (de gónadas muy grandes); que quién me manda correr, que si acaso no me van a descontar esa plata, que mi tío trae la mala suerte, que ando con la sal pegada al culo, que eso me pasa por no ser buen hijo, etc. y me bañé.

Como valor de orgullo ya no me voy a sentir ignorante cuando me hablen de la UPJ, allá nadie me robó (aparte de los tombos), ni me violó, ni etcétera. Ahora conozco uno de los lugares más mencionados por la gente de mi contexto, es como un sitio de atracción turística; además tuve una experiencia muy deportiva.

Ahora escribo este mensaje con plata que me prestó mi tío y que hoy tengo que ganarme y lo que es bien (sinceramente) no me agrada para nada saber que a un parcero (amigo) esa noche de las velitas, casi se le va la vida en un puntazo(2), sin güisqui y como diría él por su complejo de velar por los intereses de los menos favorecidos o como diría mi papá por güevón. Mejor dicho: lo que sea que diga no cambiará, ni reparará, ni hará justicia, ni hará la diferencia.

1. El escrito titulado ‘Si Te Dijese Sí ¿No Me Dirías No?’, se encuentra en este mismo blog, en el siguiente enlace: http://pulidoleon.blogspot.com.co/2010/10/si-dijese-si-no-me-dirias-no.html.
2. Hago referencia a una situación documentada en el siguiente enlace: http://negacionismo.blogspot.com/search?updated-max=2008-11-24T11%3A55%3A00-08%3A00&max-results=9. El escrito se titula 'El Autógrafo Colombiano' de la autoría de Larry Mejía, podrán ubicar el texto en la parte de abajo de la página a la que lleva el enlace.

1 comentario:

  1. Es sencillamente de Leonardo, un bucanero sin parche de pirata.

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